Covid-19: Trío a ciegas

Autora: Lorena

mariolorena40historias@gmail.com 

Puedo decir que durante el confinamiento me he portado muy bien. Bueno, mejor dicho, me estoy portando muy bien. Solo he salido de casa para trabajar (cuando he tenido trabajo) y para hacer la compra (sin abusar). Hasta ayer. Pero ha sido y será una excepción, lo prometo.

Esta es una historia de tres.

Por un lado está Rodrigo. Un hombre maduro, simpático, cariñoso, casado e infiel. Muy infiel. Escribió un libro erótico junto a nuestra amiga Estefanía. Hace varios meses que chateamos de vez en cuando, siempre recordándome que tenemos que quedar para tomar un café y conocernos. 

Por otro lado Isa. Una treintañera graciosa, bajita, con unos ojos azules y una sonrisa espectaculares y con un cuerpo lleno de curvas. Se auto define como dominante, poliamorosa y muy muy morbosa. Es una seguidora de nuestros relatos. Se puso en contacto con nosotros hace unos meses. Primero intercambiamos mails y luego chateamos con ella por Line. Desde que comenzó el confinamiento hemos estado mucho más en contacto. 

Y completo el triángulo yo, Lorena, aficionada a escribir relatos eróticos y a tener pequeñas aventuras de vez en cuando, a veces junto a Mario, mi marido, y a veces sola.

De Isa me llama mucho la intención la cantidad de cosas fuera de lo común que se le pasan por la cabeza para hacer en la cama. Bueno, no solo se las imagina. Algunas de ellas las ha conseguido llevar a cabo, aunque como dice ella, no siempre de forma exitosa.

Hace unos días me contó su última fantasía. Jaja, ¡¡menuda imaginación!!! De forma curiosa, morbosa y juguetona me preguntó si conocía a alguien con quien pudiera llevarla a cabo. Jeje, sorprendida por la pregunta le contesté que no. Pero reconozco que estuve dándole vueltas al tema. Lo que me contó era muy morboso, la verdad, y no podía quitármelo de la cabeza.

Ese mismo día me escribió Rodrigo. Después de estar hablando un rato volvió a decirme que tenía muchas ganas de invitarme a tomar un café y conocernos en persona. Que en cuanto pasáramos a la fase 1 teníamos que quedar. Hasta ahora todas las personas con las que he quedado (que no son muchas, no os creáis) eran ajenas a mí, a mis familiares o a mis amigos. Creo que no he quedado antes con Rodrigo porque es amigo de una amiga…

No sé si influido por la desesperación de llevar tanto tiempo sin salir de casa o qué, pero llegó a decirme que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para quedar y conocernos. Entonces me acordé de la última fantasía de Isa…

-¿Incluso estás dispuesto a que abusen de ti? – le pregunté.

-Por supuesto que sí.

-¿Incluso estás dispuesto a que abusemos de ti dos mujeres? 

-¿Dónde hay que firmar?

Le puse unos cuantos emoticonos de risas y dejé ahí la conversación.

La verdad es que no sé muy bien cómo pudo llegar a pasar, pero me dejé llevar por las locuras de Isa y la escribí diciendo que tenía a la persona ideal para llevar a cabo su última fantasía.

Antes de proponer nada a Rodrigo puse mis condiciones a Isa. Yo no estaba dispuesta a hacer todas las burradas que se le pasaban por la cabeza y quería que quedara claro hasta donde podía contar conmigo para llevar a cabo sus planes. A pesar de ello aceptó sin dudar.

El siguiente paso fue planear el encuentro. El único sitio viable para quedar era la casa de Isa. Al principio no le gustó la idea, pero había que aprovechar que sus padres se habían ido a una segunda residencia que tienen en la playa cuando la cosa empezó a ponerse fea. Yo podía pasar por allí al volver del trabajo sin problema. Sin embargo, Rodrigo tenía que buscarse una excusa para poder salir de casa sin levantar sospechas. Todo dependía de si él podría quedar o no.

Al día siguiente volví a hablar con Rodrigo dispuesta a cerrar día y hora.

-¿De verdad no podemos quedar tú y yo solos? – me preguntó – Los tríos solo funcionan si los tres se involucran de la misma manera.

-Si me salto el confinamiento ha de ser por una experiencia extraordinaria.

-¡Quedar conmigo es extraordinario! – me dijo – ¡Qué interesante!

En realidad no quería decirle que lo que realmente me ponía era ver si Isa podría ser capaz de hacer todo lo que tenía en mente.

-Rodrigo, si quedas con nosotras es para que abusemos de ti, tenlo claro – insistí – Piénsatelo bien. Y recuerda, Isa no es muy agraciada físicamente. Es muy fea y tiene mucho sobrepeso.

-No me lo creo. Cuéntame… ¿qué habéis planeado?

-Lo único que puedo decirte es que nada más llegar a casa de Isa tendrás que desnudarte. Luego ella te vendará los ojos y te atará las manos – le expliqué – Si aceptas podemos quedar cuando tú digas.

Sorprendida conmigo misma llegué a casa de Isa a la hora acordada. Aún teníamos unos minutos para prepararnos antes de que llegara Rodrigo. Cuando lo hizo se encontró con la puerta ligeramente abierta y entró en la casa.

-Hola, ¿Se puede?

-Hola. Cierra y sube a la planta de arriba – dijo Isa – Verás una puerta abierta. Entra, desnúdate y ponte una venda que verás sobre la cama.

-¿Está Lorena? – preguntó mientras subía por las escaleras.

-Sí, aquí estoy – respondí desde mi escondite.

Unos segundos después fuimos hacia la habitación donde estaba Rodrigo. Ella entró y yo me quedé fuera, observando.

-¡Vaya culito! – exclamó Isa mientras le daba una sonora palmada en el trasero – Pon tus manos atrás.

Hábilmente juntó las manos de Rodrigo en su espalda y con maestría las ató con un pañuelo.

-¡Siéntate en la cama! – le ordenó – Y recuerda, tienes prohibido hablar salvo que te pregunte algo. ¿De acuerdo?

Rodrigo asintió con la cabeza.

Isa tenía puesto un corsé y un antifaz de látex negro, con liguero, medias y tacones de aguja. A mi me prestó un body-arnés de tiras de cuero negro adornado con tachuelas que dejaba mis pechos al aire y una máscara también de cuero que me cubría casi toda la cara. Ninguna de las dos llevábamos nada debajo.

-Como no tenemos mucho tiempo vamos a ir al grano – dijo Isa delante de Rodrigo mientras ponía una pierna encima de la cama – Cómemelo.

Sin decir nada Rodrigo obedeció. Echó su cuerpo hacia delante y buscó a ciegas la entrepierna de Isa, que con una fusta le daba suaves toques en la espalda.

Lentamente me acerqué a Rodrigo por detrás y comencé a acariciarle suavemente. Él reaccionó queriendo incorporarse pero Isa le agarró de la cabeza y le apretó con fuerza hacia su entrepierna mientras soltó los primeros gemidos de placer.

Isa decidió cambiar de posición y ordenó a Rodrigo a que se arrodillara sobre un cojín que estaba en el suelo, al pie de la cama. Ella se sentó en el borde, se abrió bien de piernas dejando su sexo completamente abierto y él volvió a buscarla a ciegas hasta meter su lengua entre sus húmedos labios.

El trabajo de Rodrigo debía ser muy bueno porque enseguida Isa comenzó a gemir con la respiración entrecortada, arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás.

Después de acariciar un poco la espalda de Rodrigo cogí un vibrador anal bien lubricado que ya teníamos preparado y lo acerqué a su agujero. Se sobresaltó un poco, pero no levantó la cabeza de entre las piernas de Isa, que gemía y se retorcía de placer. Apreté y la primera bolita entró con cierta resistencia. Jugueteé un poco con el dildo e introducí una segunda bola, algo mayor que la anterior. Y activé el vibrador.

Los gemidos de Isa comenzaron a subir de volumen llegando a ser verdaderamente escandalosos. La miré y pude ver cómo se estremecía sin dejar de apretar la cabeza de Rodrigo hacia su sexo. Alcanzó su primer orgasmo justo en el momento en el que introduje por completo el vibrador de bolas.

Rápidamente Isa se incorporó, dejando a Rodrigo de rodillas pero erguido y totalmente empalmado. Cogió un taburete y le ayudó a sentarse en él. Después se arrodilló, le agarró la polla y comenzó a chupársela. La otra mano de Isa se fue moviendo hacia el culo de Rodrigo hasta coger el vibrador y comenzó a juguetear con él.

Inés lamía, chupaba y tragaba la polla de Rodrigo mientras ligeramente le pajeaba por la base. Con decisión, sacó del ano el consolador y continuó con su mamada.

Me acerqué al culo de Rodrigo con una bien lubricada polla de goma enganchada a mi arnés. Era algo más gruesa que el vibrador y me costó un poco que entrara. En cuanto se introdujo la punta del dildo el resto fue entrando con más facilidad. 

-Encantado de conocerte en persona – le dije a Rodrigo al oído mientras balanceaba mis caderas hacia adelante y hacia atrás. 

Isa se puso de pie y después de contemplar la escena por un momento estiró sus brazos para quitarle la venda de los ojos.

Rodrigo miró a Isa sorprendido y rápidamente intentó girarse para buscarme. Aunque los míos estaban escondidos tras el antifaz, nuestros ojos se cruzaron por primera vez.

-Lo estás haciendo muy bien – me dijo con esa voz que tiene que levanta pasiones.

Isa, sin pensárselo dos veces le dio un fuerte golpe con la fusta en el hombro.

-¡Te he dicho que no puedes hablar! 

Tras unos segundos de silencio, con cierta tensión, Isa cogió un preservativo, se lo colocó a Rodrigo y se puso delante de él a cuatro patas.

-¡Fóllame! – Le ordenó – ¡Vamos!

Avanzando de rodillas y sin sacar mi juguete de su culo se acercó hasta llegar a su ama. Isa metió la mano por debajo de sus piernas, agarró la polla de Rodrigo, la apuntó a su coño y comenzó un suave vaivén con sus caderas.

Yo me quedé quieta, agarrando a Rodrigo por la cintura y apretando mis pechos contra su espalda mientras le tenía totalmente ensartado. Isa cada vez se movía más rápido. Podía oír su respiración entrecortada entre gemidos y pequeños gritos de placer.

-¡Dame tú! – ordenó a Rodrigo mientras dejó de moverse.

Él, obediente, comenzó lentamente a mover sus caderas mientras Isa y yo nos manteníamos quietas. A pesar de que las manos atadas de Rodrigo me tapaban la visión, podía ver cómo mi dildo entraba y salía de su culo mientras su polla se follaba a mi nueva amiga Isa. Así una y otra vez.

Rodrigo consiguió encontrar un ritmo perfecto para poder penetrar a Isa sin que se saliera mi dildo de su ano. De vez en cuando se giraba hacia mí, intentando buscar mi mirada, y sonreía. O movía los dedos intentando tocar mi piel o agarrarse a alguna de las tiras de cuero de mi arnés. Hasta que Isa dijo que cambiáramos de posición.

Dejé libre el culo de Rodrigo provocando en él un pequeño gruñido de placer. Y nos levantamos.

-Voy a dejarte libre las manos – dijo a Rodrigo – Espero que no hagas ninguna gilipollez.

Le giró para quitarle el pañuelo dejándole de frente a mí. Rodrigo se quedó mirando a mis pechos y comenzó a morderse el labio inferior y a relamerse. Alzó la mirada y me dijo sin producir sonido alguno: “te deseo”.

-¡Túmbate aquí! – ordenó Isa mientras le lanzaba hacia la cama.

Rodrigo se tumbó boca arriba, con su miembro empalmado envuelto en un preservativo, frotándose las muñecas intentando aliviar el dolor que le había producido el estar atado. 

Rápidamente Isa se colocó sobre él, se metió la polla hasta el fondo y comenzó a frotarse hacia delante y hacia atrás con fuerza. Rodrigo la agarró por la cintura aguantando los impetuosos movimientos de su amazona.

Yo me liberé del dildo y me uní a ellos, colocándome de rodillas junto a Isa. Al sentirme aminoró el ritmo y me buscó, fundiéndonos en un suave beso mientras nuestras manos empezaron a acariciarnos.

El vestido de látex me impedía sentir sus curvas pero ella podía disfrutar perfectamente de mis pechos libres y visiblemente excitados. Una mano empezó a subir por la parte externa de mi muslo para acabar en mi culo. Rodrigo, por fin con las manos libres, se puso a buscar mi entrepierna.

Sin dejar de besarme con Isa me giré un poco para facilitar a Rodrigo que llegara hasta mi sexo por detrás. Y así lo hizo. Primero recorrió mi culo y luego metió su mano entre las dos tiras de cuero que cruzaban mi entrepierna y empezó a masturbarme.

-Una pena que no me dejes hacer a tu amigo todo lo que me gustaría – me susurró Isa antes de echar su cuerpo sobre Rodrigo y empezar a bombear sus caderas arriba y abajo.

Rodrigo aguantaba los fuertes movimientos de Isa mientras seguía acariciando mi clítoris como podía. Isa empezó a lanzar de nuevo gemidos y gritos de placer apoyada en los hombros de él. Los alternaba con movimientos bruscos hacia delante y hacia atrás de sus caderas, frotándose con el cuerpo de Rodrigo mientras mantenía su miembro hincado hasta el fondo. Y luego volvía a subir y bajar con mucha energía hasta que entre gemidos, espasmos y con el cuerpo temblando volvió a disfrutar de un merecido orgasmo.

Con la respiración entrecortada se levantó de Rodrigo. Pensé que sería mi turno pero no. Arrancó de un estirón el preservativo y se lanzó a comer la polla con la misma energía que había cabalgado hacía unos momentos.

Rodrigo dejó de masturbarme, sujetó la cabeza de Isa y se corrió entre espasmos y gruñidos de placer sin que Isa la sacara de su boca.

Al rato Isa alzó la cabeza mientras seguía pajeando lentamente a Rodrigo.

-No sabía que tenía tantas ganas de follar – dijo a Rodrigo aún con la respiración alterada – es una pena que tu amiga no me deje hacerte todo lo que me gustaría.

-Creo que ya habéis abusado bastante de mi, ¿no crees?

Isa se giró buscando algo, agarró la fusta y volvió a darle un buen golpe esta vez en un muslo.

-Auuu… – se quejó Rodrigo.

-¡Aún no te he dado permiso para que hables! – le dijo.

Isa me miró sonriente, satisfecha.

-¿Qué quieres hacer con él?

Me toca – dije entre risas – ¡Átale al cabecero!

Rodrigo no puso buena cara cuando Isa le cogió las manos para atárselas una a cada extremo del cabecero. Después de dejarle inmóvil vino hacia mí.

-Túmbate guapa – me dijo de forma sensual – verás qué bien lo pasamos.

Me puse boca arriba con la cabeza a la altura de los pies de Rodrigo. Isa comenzó a besarme un muslo… luego el otro… mirándome fijamente con sus preciosos ojos a través del antifaz y moviendo el culo delante de la cara de nuestro compañero de trío.

Fue subiendo poco a poco besando mi piel hasta llegar a rozar mis labios con su lengua. Me estremecí con un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Y comenzó despacito a juguetear con mi clítoris.

Me lo estuvo comiendo un buen rato de forma lenta. Muy lenta. Recorría suavemente mis labios de arriba abajo, friccionaba mi clítoris, hurgaba entre mis pliegues y volvía a empezar. Yo me acariciaba mis pechos, con los ojos cerrados, concentrada en las sensaciones tan placenteras que estaba sintiendo, entre gemidos de placer.

Noté unas caricias en mi hombro y abrí los ojos. Rodrigo me rozaba con su pie mientras era masturbado también de forma suave por Isa. Volví a concentrarme en lo que me provocaba la lengua de mi pequeña dominadora y mi cuerpo no tardó en empezar a temblar. 

Isa se centró en mi clítoris y comenzó a batirlo enérgicamente.

Me retorcí de placer, arqueé mi espalda, eché la cabeza hacia atrás y apreté mis pezones entre gemidos y pequeños gritos de puro placer. Joder ¡qué gusto!

Después de correrme en la boca de Isa me quedé un rato tumbada recuperándome de los espasmos.

Ella se levantó y cogió algo de un cajón. Nos enseñó un pequeño arnés con finas tiras de cuero negro con un dildo de un tamaño considerable. Rodrigo, con los ojos abiertos como platos y sin abrir la boca, negó con la cabeza. 

-Póntelo – me ordenó.

Isa volvió a agarrar la polla de Rodrigo y se agachó a comérsela, dejando su culo a la altura de mi nuevo dildo.

Me acerqué a sus glúteos, los acaricié y coloqué la punta del falo entre sus labios. En cuanto notó que me acercaba a su agujero Isa echó la cadera hacia atrás y se lo metió casi en su totalidad. Rodrigo respiró aliviado.

Agarré a Isa de la cintura y empecé a bombear. Al principio despacio pero pronto pude moverme a buen ritmo clavándola hasta el final y sacándola casi por completo. Cada embestida provocaba un fuerte sonido al chocar nuestros cuerpos y un gemido que salía como podía de la boca llena de Isa. Yo la daba y la daba sin parar.

-Un momento – suplicó Isa respirando profundamente – para un poco. Quiero correrme en la boca de Rodrigo.

Se sentó sobre su cara y se agachó a chupársela de nuevo. 

Contemplé por un momento el 69 que tenía delante de mí mientras me quitaba el arnés. Isa se incorporó sin soltar la polla de Rodrigo y me invitó con la mirada. Me acerqué, le coloqué el condón y me senté sobre él colocando su capullo entre las dos tiras de cuero que franqueaban mi sexo.

Isa comenzó a besarme suave y a acariciarme los pechos mientras yo iba sintiendo cada vez más dentro la polla de Rodrigo. Mmmmmm… Una vez metida hasta el fondo comencé a balancearme hacia delante y hacia atrás lentamente, a la vez que disfrutaba de la lengua juguetona de Isa.

La suavidad de las caricias de nuestra amiga hizo que los pezones se me pusieran duros como piedras y la presión que ejercía sobre el cuerpo de Rodrigo hizo que mi clítoris se hinchara pidiéndome más fricción.

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Sin dejar de besar a Isa, ahora con más intensidad, aceleré mis movimientos de cadera hasta que tuve que dejar de jugar con mi lengua para poder jadear a gusto. Ya no podía respirar con normalidad y salían de mí los quejidos placenteros previos a un orgasmo. Isa me siguió y las dos gemíamos y gozábamos sabiendo lo que iba a llegar.

Mi cuerpo convulsionó entero sin que pudiera controlarlo. Noté cómo Rodrigo estalló de placer a pesar de que apenas podía moverse.

Tras nuestros orgasmos me dejé caer sobre Isa que empezó a temblar y a lanzar pequeños gritos mientras se corría sobre la boca de Rodrigo. Quedamos abrazadas durante un instante, satisfechas e intentando volver a respirar a un ritmo normal. 

Nos dimos un pico, saqué la polla de Rodrigo de mi interior y me leventé.

-Me voy. Te dejo que acabes con él – dije riendo.

Rodrigo gruñó algo ininteligible. El culo de Isa seguía sobre su cara, además aún no tenía permiso para abrir la boca para algo que no fuera lamer un coño, jeje.

Salí de la habitación y me cambié rápidamente. Se estaba haciendo tarde.

En seguida volví para despedirme y vi a Isa que estaba desatando a Rodrigo. Me acerqué por detrás aún con mi antifaz puesto y la di un pico de despedida.

-Me ha encantado conocerte – la dije. 

-Lorena, ¿y de mí no te despides? – dijo Rodrigo decepcionado.

Isa cogió de nuevo la fusta y le dio un fuerte golpe en un muslo.

-Perdón. Se me olvidó decirte que iba a ser un trío a ciegas, no solo porque nunca nos habíamos visto antes – dije riendo – sino porque no ibas a poder vernos las caras.

Me acerqué y le besé suavemente en los labios. Puede que algún día nos tomemos ese café que tenemos pendiente.

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