Ayer me metieron mano en un taxi

Autora: Estefanía Mor

Poneros al día de mi vida en los últimos meses me va a llevar más tiempo del que tengo, así que, seré breve y os contaré lo que sucedió ayer mismo tras la asistencia a un concierto. 

Si, si un concierto!!! Guauuu, música en vivo, el corazón late diferente, las sensaciones y las emociones están a flor de piel y si quien tienes al lado, vibra en la misma sintonía la magia está asegurada.

Cuando ahora lo pienso, me digo… ¿de verdad que tienes 50 tacos Estefanía? pues ayer parecía que tenías 16. Morreándote en todas las esquinas, delante de todo el público que, seguro hacía una paradita en nuestra mesa antes de mirar al cantante, en el restaurante donde cenamos, en el sitio donde bebimos un par de copas de cava para celebrar que seguimos vivos y con ganas de vivir…. un no parar!!

Este hombre es un encanto, está muy loco, le conozco de hace relativamente poco tiempo pero ya le quiero tal y como es. Hay varias situaciones que nos han unido más de lo que pensamos, y, me gusta sentir eso con las personas.

Pues eso, nos encontramos en una terraza cerca de su trabajo. Con su coche nos vamos hacia un bonito sitio para tomar un par de copas de cava. Ahí, confidencias, preguntas, curiosidades, cotilleos, datos curiosos de gente que conocemos los dos…. un inicio muy guay.

Como al centro no se puede acceder con facilidad, cogemos un taxi. En este nos portamos bastante bien aunque la temperatura de los besos era muy muy elevada. Fran metió su mano bajo mi largo y suave vestido para alcanzar mi sexo y darse cuenta de lo jugoso que estaba, pero nada más. Enseguida sacó su mano porque el taxista estaba al loro. Miradas, cómplices, risas, sofocos…

En el concierto pasó algo de lo más divertido. Estábamos con otra pareja de amigos. También algo acaramelados. Estábamos tan calientes que le dije que iba al baño y me siguió pero nuestra amiga también nos siguió. Cuando me di cuenta de que ella estaba por allí también, tuvimos que abortar misión. Jajajajaja, yo creo que ella quería lío… todavía no se muy bien si ella con Fran o conmigo o, con los dos, pero ese no era el momento para averiguarlo. Creo que a mi otro amigo no le habría gustado descubrirlo, así que, nos comportamos, bueno, me comporté. Volví a mi asiento y espere a que volvieran los dos. Tardaron un poco, la verdad, ahora que lo pienso jajajajaja

Cuando la música terminó, nos despedimos hasta la próxima. Antes de salir, me había ido al baño de nuevo, esta vez con la intención de quitarme el tanga. Y así se lo hice saber en cuanto salimos a la calle. No tardó ni un segundo en llevar su mano a averiguar si era cierto. ¡¡Que cabrona!! me dirigió mirándome a los ojos en plena Gran Vía. ¡Es verdad, te las has quitado… como me haces esto!

Y Fran y yo cogimos otro taxi para ir hacia el coche pero, decidimos hacer parada para comer algo. En el trayecto sus dedos llegaron más allá. Mientras nos besábamos, con firmeza, abrió mis piernas con una mano, deslizó la misma por debajo de la falda y con decisión accedió a la humedad de mi coño. Folló con sus dedos por un instante, mis caderas le pedían más y le susurré que me siguiera follando así. Me iba a correr y se lo dije muy bajito pero creo que se asustó por si el taxista se daba cuenta y saco su mano de la entrepierna. Me dejó a punto, con un sofocón considerable y encharcada. Se olió la mano y me la acercó para que yo también lo hiciera pero también chupé sus dedos, luego hizo el lo mismo. Pufffff, esto es la caña!!!

En el restaurante le conocen, yo intenté comportarme pero él no, así que, dejé de comportarme yo también. Entre pincho y pincho y entre copa y copa de vino morrearnos era el postre continuo. Una de las veces que la camarera nos sirvió exclamó un ¡Madre mía! que hizo sonreír a Fran. 

En uno de esos besos, susurré que me iba a correr. Asustado me dijo: “Pero sin ruido, no?” a lo que contesté que no se preocupara que solo se iba a enterar él. Mientras nuestros labios estaban juntos abrí mi boca y exhalaba todo mi placer con jadeos y gemidos solamente perceptibles para su boca. Mi corazón se aceleró mucho, mi coño palpitó bruscamente, mojé mi vestido, pues iba sin el tanga todavía. Que placer poder correrme así, con un beso… es de las cosas más maravillosas que se pueden sentir. Y que, supongo que, el hombre que disfruta de esto y siente que es así, tiene que estar muy halagado por ello. Esto no me pasa con cualquiera. Sólo cuando existe la alta química necesaria. 

Al salir del sitio, mientras esperábamos a otro taxi para ir a mi coche, metí mi mano bajo su pantalón. Toqué su polla, me encanta, quiero más. “Aquí delante, no” , me decía. 

  • – Hoy llevas un sujetador con demasiado relleno
  • – Eso tiene arreglo
  • – ¿Que vas a hacer?
  • – Pues, quitármelo, le dije mientras me llevaba las manos a la espalda y lo desabrochaba para sacarlo mágicamente y llevarlo a mi bolso. 

En ese momento me magreó las dos tetas de una manera maravillosa. Sentí sus manos ávidas de carne, de pechos, de calor humano…

Apareció el último taxi de la noche. Aquí ya subió la temperatura a límites insospechados, llegaba el momento de la despedida, así que, bajó del vehículo para despedirnos, nos abrazamos, me deseo que tuviera una buena vuelta y me fuí.

Sigo sin bragas desde ayer, me he masturbado cuatro veces hoy y, ahora, que he escrito esto y he recordado lo que sentí, voy a hacerlo de nuevo. 

Mañana tengo una cita con la alta química 😉

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